De nuestra reciente experiencia con la aprobación de la Ley Orgánica de Educación (LOE) deben quedarnos algunas reflexiones. Quizás la más importante es que, para bien o para mal, la aprobación de una ley no significa su cumplimiento de inmediato, e incluso a veces a lo largo de su vida antes de ser derogada.
Muchos acudimos pacíficamente a protestar a las puertas de la Asamblea Nacional para evitar su aprobación. Temíamos que de inmediato ocurriría algo inevitable: la ideologización de nuestros muchachos.
Hoy no me arrepiento para nada de haber intentado impedir, como ciudadano, la aprobación de esa ley. Pero debo reconocer, que de alguna manera caímos en la inexcusable trampa de perder parte del foco. De inmediato nos activamos en redes políticas y sociales. Juramentamos comandos de defensa de nuestros muchachos, analizamos escenarios, meditamos.
Estábamos preparados para la guerra, per hasta ahora no ha llegado. Y no es que no vaya a llegar. Quizás ya llegó. Solamente que no en lugar donde creíamos.
Seguimos insistiendo: con hijo no te metas, a mi hijo no lo van a ideologizar.
Y es aquí donde creo que estamos perdiendo el foco. Probablemente no sean nuestros hijos los que estén en peligro. Nosotros como padres tenemos valores firmes y se los hemos transmitidos. Muchos (sino la mayoría de quienes me leen), tenemos a nuestros hijos estudiando en colegios privados, de buena calidad, con buenos maestros y profesores. Seamos honestos, no son nuestros chamos los que están en riesgo de ser ideologizados.
Quizás por quienes si debemos preocuparnos es por muchos que a lo mejor ni siquiera están en los liceos o colegios públicos. En una sociedad donde se castiga el éxito, los chamos terminan desertando de la educación formal. Y estoy seguro que no serán precisamente las milicias a donde van a ir a parar.
De tal manera que, ahora frente al tema de las guerrillas comunicaciones y las milicias, no perdamos nuevamente el foco.
Siento que la mayoría de las imágenes que hemos vistos tienen doble propósito: circo para unos y amedrentamiento para otros.
Al final no se tratar de enfrascarnos en los discursos sobre si los niños deben tener fusiles o libros. Ese modelo también será un fracaso. Este es un gobierno con un cementerio de fracasos que se pueden listar con el hashtag #cementerio en el twitter. Los circulos bolivarianos desaparecieron del mapa cuando se acabó la plata y se burocratizaron, Igual suerte corrieron los Tupamaros en el 23 de enero, muchos de los cuales emigraron a Mérida para trabajar con el gobernador actual cuando se acabó la gestión de su benefactor Juan Barreto.
No nos dejemos amedrentar por ideas que fracasarán. Vamos a mantener el foco en la construcción de la unidad y un discurso que deje la peleadera atrás. Es hora de asimilar las lecciones, pasar la página y mirar al futuro con optimismo.
viernes, 23 de abril de 2010
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